Mi hijo, el aspirante

Hace algunos días, completamos el formulario online. Lo imprimimos, dos copias, por las dudas. Además, buscamos la documentación. Y, como somos un poco obse, llevamos el boletín, el certificado de que terminó 6to y otro que dice que casi, casi, casi empezó 7mo. No vaya a ser...
Así, con todos los papeles guardados estiraditos en una carpeta plástica con cierre verde (de la esperanza, nada del amarillo yeta o el rojo con el que te reprueban), hoy fuimos al CNBA.

Como los cientos de padres y chicos y chicas, hicimos la cola, fisgoneamos en charlas ajenas, opinamos sobre el clima, el ingreso, el nivel de las escuelas primarias, institutos si o institutos no, disimulamos las tres horas de espera jugando con el menor, compramos caramelos, compramos un agua, compramos un chocolate y volvimos a comprar un agua y, finalmente, nos sentamos frente a un muchacho amable que formalizó esta relación. 

Cupón en mano, pasamos por la oficina de la Cooperadora. Salteamos la mesa del Voluntariado, y salimos, triunfantes. Sobre todo, mi hijo, el aspirante.


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