Piedra, papel o tijera

Profesor, clases particulares, instituto, voluntariado... he ahí la cuestión! Hace muchos años, una alumna se acercó al escritorio y, mientras se revolvía las manos angustiada, me pidió: "Profe, yo no quiero hacer este trabajo libre. Yo odio la libertad de elegir. Por favor: ¡deme una orden!". Pensé en ella estos días, delante tamaña cantidad de alternativas para acompañar a mi hijo durante el curso de ingreso. 


¿Cómo puedo elegir sin equivocarme? ¿Y si me equivoco?


Vamos por partes, ya lo sugirió Jack el destripador.
Profesor: No está mal como idea porque permite centralizar un único esfuerzo vincular (si te cae bien, si el alumno pega onda, si se entienden) y avanzar en el aprendizaje. La pregunta necesaria es: ¿puede una única persona rendir como buen docente de disciplinas tan diversas como Lengua, Matemática, Geografía e Historia? Por otra parte, considerando que lo anterior fuera posible, ¿todo profesor, digamos de Matemática, comprende los objetivos de esa asignatura en el curso de ingreso del CNBA? Tal vez, no alcanza con dominar el conocimiento. Tal vez, haya -además- que conocer el espíritu de esta propuesta tan singular para adecuar las estrategias pedagógicas en ese sentido. Y doy un ejemplo: hay varias maneras de estudiar la historia argentina. 

En general, la escuela tiene dificultades para enlazar los procesos históricos (creo yo, pero esto es opinable, por prejuicios ideológicos). Entonces, los pibes y las pibas terminan por repetir, sin la menor comprensión, fechas que siempre son pretéritas en un único nivel: está en el mismo pasado la Revolución de Mayo y la Guerra de Malvinas. Para ellos/as, todo es igualmente lejano, ajeno y, sobre todo, inexplicable. Sin embargo, por lo que encontré bajándome de la web las clases de Historia del curso de este año, la propuesta del colegio aborda la historia argentina desde una perpectiva que se podría emparentar con el materialismo histórico: lo que se suceden no son hechos sino tensiones entre clases, intereses contrapuestos, actores socio-políticos. Y acá vuelvo a la pregunta: ¿un único docente es capaz de abordar estos matices de la Historia, las complejidades de la Matemática, de la Lengua y de la Geografía? Dudo.

→ Clases particulares: Claro, la solución al dilema anterior es, entonces, buscar un docente específico para cada materia. Para lo cual, intuyo, hay que tener días de 30 horas, amigos en el sistema educativo que conozcan sus misterios más recónditos y una suerte enorme para dar, no ya con un excelente profesor sino, ¡con cuatro! A eso, podemos agregar la logística de desplazarse a tres lugares distintos en la semana, negociar tres honorarios por cuatrimestre y atender a los requisitos de materiales, tareas y actividades de tres modelos pedagógicos diferentes.

Alguien podría objetar que, tal vez, el alumno no necesita cuatro docentes a lo largo de todo el año, sino una ayuda concreta para temas específicos. Es posible. Pero en el sorteo, a mi me tocó un hijo que necesita ayuda total. De modo que esa probabilidad refinada no entra en mi universo maternal. Abandono esta búsqueda de locos antes de comenzarla y paso al siguiente punto.

→ Voluntariado: a favor, es en el mismo colegio, es con gente que estudió esas mismas cosas hace poco tiempo, es dentro de una lógica que se transmite naturalmente, es un modo de "pertenecer" que agrega un plus de entusiasmo (gema mágica si uno habla de educación), no hay intercambio económico que condicione, se basa en la generosidad y la solidaridad. En contra, si todo el que sabe hacer algo estuviera en condiciones de enseñar a otro, no tendrían sentido las carreras docentes que llevan mucho tiempo. Es decir, una cosa es dominar una disciplina, el fútbol por caso, y otra muy distinta es ser un buen técnico (si, voy a poner como ejemplo a Diego Maradona, pero también puedo poner por caso a la extraordinaria pianista argentina Martha Argerich que nunca en su vida fue capaz de dar una clase ni una conferencia).

Todo padre o madre que haya sobrevivido al colegio secundario o a una carrera universitaria podría aquí recordar a la de Historia, al de Química, a la de Castellano, o cualquiera de los muchos profesores que eran una pesadilla para los alumnos. Cierto: conocer las herramientas pedagógicas no es garantía de nada. ¿Y entonces? Entonces, el criterio a considerar pasa a ser uno tan relevante como cualquier otro: la distancia geográfica. Nos queda lejos el CNBA. Vamos por el instituto.

 → Instituto: una amiga me avisa: "El colegio odia a los institutos. Desprecia su existencia y su rol. Los demoniza. Hasta tal grado que luego, ya transformados en alumnos, muchos estudiantes se niegan a recurrir a ellos para preparar exámenes complejos, materias previas o, aunque más no fuera, para resolver dudas". ¡No te tengo miedo, CNBA! Bue... un poco sí, pero voy a buscar en internet institutos que queden cerca de casa. Y, por si con esto traumatizo a mi hijo, aprovecho y voy buscando psicólogos.

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